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Extremadura, territorio cicloturístico

El pasado 17 de marzo me desplacé a Bilbao para participar en la ya tradicional marcha cicloturista Bilbao-Bilbao, que anualmente se celebra coincidiendo con el final del invierno y el inicio de la primavera. Este año ha celebrado la edición número 25. En total nos reunimos más de 5.800 participantes, de múltiples procedencias, para hacer los 115 kilómetros de recorrido por las costas y valles que hay en los alrededores de la capital vizcaína. Mientras pedaleaba, me surgió la misma reflexión de siempre: ¿por qué no hacemos de Extremadura un destino cicloturístico de primer orden, con las buenas condiciones que tiene para serlo?

El cicloturismo es conocido, sobre todo, como práctica deportiva. Sin embargo, cada vez más, se está convirtiendo en una oferta turística específica, pues tras el desempeño deportivo hay una serie de elementos complementarios que lo convierten en un importante producto turístico: transporte, alojamiento, acompañantes, visitas culturales, gastronomía, adquisición de productos tradicionales, servicios mecánicos especializados, …

Países como Suiza, Francia, Holanda y Andorra, y comunidades como el País Vasco y Cataluña, tienen una amplia tradición en este terreno, poniendo los medios y los recursos (logística, alojamientos, señalización, información, organización de paquetes y ofertas, …) para que cada vez sean más los ciclistas que acuden a ellos para disfrutar del turismo activo.

Ya que estuve en Bilbao, menciono el ejemplo claro de la Diputación Foral de Vizcaya, que durante los fines de semana restringe el tráfico de vehículos a motor en determinadas rutas, para que puedan ser usadas con mayor seguridad por los miles de cicloturistas que salen a las carreteras, como deporte, ocio o turismo.

Esfuerzos como estos tienen su traducción en resultados económicos y de generación de empleo. Sólo a modo de ejemplo, baste decir que la Vía Verde entre Olot y Girona, genera un impacto económico sobre el territorio de más de 4 millones de euros anuales.

UN POTENCIAL POR APROVECHAR    

Vistos estos antecedentes y las experiencias ya existentes, no me cabe la menor duda de que Extremadura tiene unas condiciones espléndidas para hacer del cicloturismo un producto de turismo activo, con una gran capacidad de atracción para un público externo.

Muchas veces hemos oído decir que una de las fortalezas de Extremadura es su ubicación geográfica, en el centro del triángulo formado por Madrid, Sevilla y Lisboa. Esta posición geoestratégica, también es una ventaja si estamos hablando del aprovechamiento de la práctica del turismo como un potencial atractivo turístico de la región.

Resulta evidente que cuando hablamos de las ciudades mencionadas, lo estamos haciendo de territorios muy poblados, con una gran complejidad circulatoria, con lo que eso significa en cuanto a densidad de tráfico rodado y peligro de accidentes. Cada vez que voy a Madrid, por poner un ejemplo, me asombro del valor y la afición de los cicloturistas que me encuentro en vías sumamente transitadas, plagadas de peligros, en las que uno respira a la fuerza las emanaciones de los vehículos a motor.

Para estos aficionados, como para los de Sevilla o Lisboa, por referirnos sólo a las ciudades del triángulo antes mencionado, resultaría de un gran atractivo que Extremadura pusiera a su disposición una oferta cicloturista organizada. Una oferta en una relación distancia/tiempo razonable, gracias a la que sólo tendrían que preocuparse de dar pedales y disfrutar de todo lo que nuestra tierra tiene. Todo lo demás lo tendrían organizado y contratado, previamente, a través de internet: viaje hasta Extremadura en transporte público, traslados internos, alojamiento, gastronomía, visitas y agenda de actividades lúdicas y culturales, etc.

Otras zonas ya han apostado por este tipo de turismo, como una oferta diferenciada y complementaria a otros más tradicionales. Y les está funcionando bien.

Extremadura, por densidad de población, infraestructuras viarias, entorno natural, diversidad de vías y niveles de dificultad, tiene unas condiciones objetivas magníficas para tener en el cicloturismo un producto que amplíe y diversifique nuestra oferta turística.

Y tampoco podemos olvidar que muchos de los países centroeuropeos y nórdicos, entre los que más arraigado está el uso de la bicicleta, como medio de transporte y como forma de turismo, también son de los más interesados en otros sectores como el del turismo ornitológico, en el que Extremadura también es una potencia. Las posibilidades de complementar ofertas es más que evidente. Ahora sólo falta organizar y aprovechar nuestros recursos.

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